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Los límites del Planeta. La Fertilidad de la Tierra. De Gustavo Duch

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Hasta hace poco era una práctica habitual, aquí y en muchos lugares cuando se casaba el hijo o la hija y se necesitaba una nueva vivienda, entre las familias del pueblo se ayudaban para construirla. Si a un ganadero le entraba el lobo o a un agricultor el jabalí, la comunidad colaboraba para ampliar o hacer una nueva cerca. El mantenimiento de las acequias era una tarea colectiva. Las inversiones necesarias, domésticas o del pueblo, se hacían realidad con ayudas del hoy por mí, mañana por ti, una ‘deuda’ siempre posible de satisfacer.

Y sin darnos cuenta, todas y todos somos ya mucho más individualistas y tenemos una economía capitalista que reemplazó tangibles esfuerzos colectivos por préstamos o créditos bancarios de monedas virtuales. Las empresas se expanden a base de créditos, los bancos, para ganar más, se endeudan con otros bancos y los estados emiten deuda pública para mantener funcionando el supuesto bienestar. No parece existir ningún límite físico a la hora de ampliar esta bolsa de deuda, nos hemos creído que su crecimiento puede ser infinito.

Mantenemos un edificio económico sostenible para unos pocos, sin sustento para la mayoria. En el ático está instalada la economía especuladora que, al vertiginoso ritmo de la avaricia, exige a la economía productiva del entresuelo, que traslada las demandas a la Naturaleza (la planta baja y el subsuelo) la cual no puede ofrecer EL SUSTENTO con los recursos ecológicos suficientes que le piden quemar en la caldera del edificio: es material y energéticamente imposible producir a ritmos tan infernales.

Y ya tenemos ejemplos como EEUU colapsado por no poder afrontar la deuda que ha supuesto tener las calderas a toda máquina; o multinacionales como Pescanova que no podrán pescar merluzas o lenguados al ritmo que les exige los intereses de su endeudamiento; e incluso empresas como Panrico, con grandes ventas, no encontrará consumidores de donuts suficientes para su recuperación.

Dice la Historia que la primera señal de agonía de cualquier imperio es la entrada en decadencia de sus dioses. ¿Para cuando la decadencia del desarrollismo y el consumismo? Pongamos nuestro granito de arena para cambiar el paso: Una buena gestión en este sentido ayuda a: 
  • Rebajar la Huella Ecológica
  • a reducir el cambio climático, 
  • a utilizar los recursos Cercanos, Renovables y Saludables, 
  • osea por asegurarnos el Sustento.
Porque en estas condiciones ¿que necesidad tenemos? de utilizar recursos que a la larga nos perjudiquen, que sean costosos y lejanos, que esquilmen los recursos que disponemos en la zona y que sean tóxicos y contaminantes.

La carne se está comiendo el Planeta. (Estudio muy completo e interesante)

Hoy en día, la mayoría de las tierras de cultivo son dedicadas al cultivo de cereales.  Sabiendo que hay millones de personas que sufren de malnutrición, este dato puede parecer bastante extraño. 
La razón es muy simple: estos cereales no son para los seres humanos. Bueno, no directamente, ya que servirá para alimentar al ganado.

¿Cuál es la situación mundial en términos de consumo de carne?
La ganadería acapara el 60% de la producción mundial de cereales, o sea, 670 millones de toneladas. Un volumen de producción que bastaría para cubrir las necesidades alimentarias de los cientos de millones de personas que sufren de malnutrición.
Si los cereales utilizados para el ganado en EE.UU. se consumiesen directamente, se podría alimentar a 800 millones de personas.
En una granja de engorde de EE.UU, ¡se distribuyen cada hora más de 25 toneladas de maíz a los 37.000 animales del ganado!

En 1985, durante la hambruna en Etiopía, cuando la población se moría de hambre, este país seguía exportando cereales para alimentar al ganado británico.

Debido a su alto consumo de harina de pescado, el 60% de la industria de la carne occidental se ha apoderado de los recursos pesqueros de Chile y Perú, mientras que cada año, entre 1980 y 1985, murieron 48.000 niños chilenos y 90.000 niños peruanos a causa de la malnutrición.

La explosión del consumo de carne empezó en la posguerra, cuando la población quiso comer carne en grandes cantidades porque había sufrido de hambre durante la guerra. Es un fenómeno paralelo a la distribución de fertilizantes y de plaguicidas sintéticos, por eso, los estados han invertido mucho en la genética, los tratamientos médicos y, finalmente, han creado granjas industriales donde el ganado traga antibióticos, hormonas de crecimiento y alimentos transgénicos.

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